domingo, 12 de abril de 2009

CON LOS HUEVOS AL PLATO

Desde hace un tiempo se venden unos huevos de pascua que tienen menos gracia que un desalojo. Vienen envueltos en papel metalizado y cuando lo abrís es nada más que un huevo de chocolate liso, sin decoración alguna. Se complica conseguir el huevo clásico, con decoración hecha en azúcar o, en su defecto, en chocolate.
Generalmente se consiguen en las panaderías o en los kioskos, pero la invasión de huevos sin gracia avanza y encima ni un puto regalo traen.
Ok, las sorpresas de los huevos tampoco eran la gran cosa, pero no me nieguen que no tenía su gracia esperar con tanta expectativa por ver que traían para finalmente romperlos y volver a encontrarte un peine o un telefonito.
Bueno, yo hoy abrí uno. Y como si fuera un doble yema, de esos de campo, me vino con doble sorpresa. Sí.
Y para mi alegría me encontré con la misma boludez de siempre. Un oso hormiguero y un trompito!
Donde carajo voy a conseguir eso sino es en los clásicos y maravillosos huevos de pascua decoraditos con su azucar y todo.
Métanse los kinder en el orto.